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Opinar sobre cuerpos ajenos es peligroso: te explico por qué.

¿Alguna vez te pusiste a pensar por qué creemos que tenemos la libertad de hacer juicios, críticas e incluso ofensas hacia otra persona solo por la manera en que se ve?


Primero lo primero: es importante entender que la belleza es algo totalmente subjetivo, como también lo son la pérdida y ganancia de peso. Segundo: si nadie te pidió opinión, no tiene ningún sentido comentar, preguntar o recomendar absolutamente nada sobre el cuerpo de nadie.


Es peligroso, incómodo, innecesario y totalmente fuera de lugar.


Cada cuerpo tiene una historia, batallas, contextos y procesos muy diferentes, y una opinión o comentario puede impactar en la autoestima, las conductas con la comida y la salud mental de cada uno de nosotros.



Una investigación publicada en la revista Personality and Individual Differences (podés leerla acá), realizada durante la pandemia entre 506 adultos del Reino Unido con una edad promedio de 34 años, encontró una asociación entre el estrés y la ansiedad, y situaciones distorsivas en la percepción personal de los sujetos. La imagen corporal negativa es una de las principales causas de los trastornos alimentarios, como la anorexia y la bulimia.


Una vez leí por ahí sobre la regla de los 5 segundos: no comentes nada que no pueda ser cambiado en 5 segundos. Es decir, si ves que a tu amiga le quedó lechuga en el diente, se le manchó la remera o tiene el rímel corrido, decíselo. Pero si notás que ha subido de peso desde la última vez que la viste, no hace falta que se lo digas.


Por otro lado, señalar que alguien ha engordado, especialmente en una sociedad donde engordar es considerado una de las peores cosas que te pueden pasar, puede desencadenar autocrítica, restricciones con la comida, conductas compensatorias, etc. También puede significar que esa persona haya estado pasando por cambios, estrés, enfermedades u otras situaciones con las que no se siente cómoda compartiendo. Y punto.


Conclusión: la próxima vez que sientas la tentación de emitir un juicio sobre el cuerpo de alguien más, pensalo. Respirá profundo y recordá que todos los cuerpos son válidos y suficientes, y que, a menos que te la pidan, nadie quiere tu opinión.

 
 
 

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